**The translation is at the end of the article**
Por mis venas corre sangre azteca, mi rostro muestra la independencia y la libertad. Guerrera india, mexicana de herencia y morena como la virgen. Vengo de la tierra de mis abuelos, donde me criaron mis padres.
Hoy regreso y la nostalgia me invade. El gallo me ha despertado en medio del frío de la madrugada. Salgo y recorro las musicales calles de mi pueblo, nada ha cambiado, veo a la abuela lavando la banqueta y a los niños con el uniforme blanco, impecables para ir a la escuela. Es lunes, honrarán a la bandera mientras entonan el himno nacional.
Me detengo delante de la iglesia y la Guadalupana me da su bendición. El mercado está enfrente, se respiran los aromas de cocina que se expanden por la calle.
Descanso en la banca del jardín, me deleito con los músicos que tocan en el kiosco y descubro que en la plaza hay unos abuelitos bailando danzón y, y no puedo, no puedo evitarlo, distingo claramente mi historia. Esta conexión es profunda, este vínculo es tan poderoso, estoy reconectándome con mis ancestros, con mis raíces, con mi pasado; México está en mi piel.
Las alegrías, las penas, las lecciones, los desafíos, las fortalezas, los triunfos y los valores los aprendí aquí, en esta tierra que, sin saber, me preparó para emigrar.
Mi historia está entretejida en el bajío, soy una mujer de provincia, ésa, a la que le gusta estar descalza, saludar a los vecinos y respetar al profesor. Crecí entre Querétaro y Guanajuato, mis cimientos son esplendorosas construcciones de minas, de arcos y la majestuosa Peña de Bernal en donde cada noche brilla Vega, sí, la estrella más luminosa del cielo.
Cuando niña, San Miguel de Allende y Dolores Hidalgo eran el sitio ideal para tomar jugo de uva. Quién diría que este jugo se fermentaría en mí y, muchos años después, yo regresaría como La Beauté du Vin, establecida en otro país, en otra tierra. Echo de menos el sabor de mi México, la fruta picada, los esquites, la barbacoa, las quesadillas de huitlacoches y las carnitas del mercado. Los tamales y el atole de la esquina. Los tacos del puesto y los de canasta también. Los piropos, los gritos del tianguis y hasta las porras chifladas.
Mis emociones revolucionarias y mi linaje femenino se transmiten por mi gusto al mariachi, la banda, el tequila y el mezcal. La tradición de las serenatas, el romanticismo de los boleros y el coraje del empoderamiento son mi herencia, ¡una yegua rebelde diría aquel!
Qué bonita es mi tierra, hasta parece que la hizo Dios. Una nación de playas, de montañas, de volcanes y de selvas. De pirámides, de catedrales, de historia y de tradición. Aquí te la juegas y nadie se raja.
Me siento tan orgullosa de mi patria, de su gente, de su fe y de sus colores. Qué honrada me siento de ser parte del jurado del Concurso Mundial de Bruselas representando a México, pero, sobre todo, qué satisfacción de recibirlos en mi país y en mi propio estado: Guanajuato, joya colonial de México.
Susana Ochoa Vega, La Beauté du Vin.
¡Para brindar no hay fronteras, salud!
The power of my roots: my pride, my strength and my longing
Through my veins runs Aztec blood, my face shows independence and freedom. Indian warrior, Mexican by heritage and brown as the virgin. I come from the land of my grandparents, where my parents raised me.
Today I return and nostalgia invades me. The rooster has awakened me in the cold of the early morning. I leave home and walk around the joyful streets of my town, nothing has changed, I see a grandmother washing the sidewalk and the children in neat and white uniform go to school. It is Monday, they will honor the flag while singing the national anthem.
I stop in front of the church and the Guadalupana gives me her blessing. The market is across from the street, I breathe the aromas of cooking that spread through the street.
I rest on the bench in the garden, I am delighted by the musicians who are playing some music in the kiosk, and I observe that, there are some grandparents dancing danzon and, and I can’t, I can’t help it, I clearly see part of my history. This connection is deep, this bond is so powerful, I am reconnecting with my ancestors, with my roots, with my past; Mexico is on my skin.
The joys, the sorrows, the lessons, the challenges, the strengths, the triumphs and the values I learned here, in this land that unknowingly prepared me to emigrate.
My history is interwoven with the Bajio, I am a woman of the province, the one who likes to be barefoot, to greet the neighbors and respect the teacher. I grew up in two cities, which are Queretaro and Guanajuato, my foundations are splendorous constructions of mines, arches and the majestic Peña de Bernal, where every night shines Vega, yes, the brightest star in the sky.
When I was a child, San Miguel de Allende and Dolores Hidalgo were the ideal place to drink some grape juice. Who would have thought that this juice would ferment in me and, many years later, I would return as “La Beauté du Vin”, living in another country, in another land. I miss the taste of my Mexico, the chopped fruit, the esquites (skits), the barbacoa, the “huitlacoche quesadillas” and the “carnitas” from the market. The tamales and atole (a drink made of corn) from the corner. The tacos from the stand and the “tacos de canasta” as well. The compliments, the cries in the flea market and even the shouts of support.
My revolutionary emotions and my feminine lineage are transmitted through my taste for mariachi, “banda”, tequila and mezcal. The tradition of serenades, the romanticism of boleros and the courage of empowerment are my heritage, a rebellious girl I would say!
How beautiful my land is, it even looks like God made it. A nation of beaches, mountains, volcanoes, jungles. pyramids, cathedrals, history and tradition. Where everybody takes a risk, and nobody surrenders.
I feel so proud of my country, its people, its faith and its colors. How honored I feel to be part of the jury of the “Concours Mondial de Bruxelles” by representing Mexico. Above all, what a satisfaction to receive you all in my country, in my own state: Guanajuato; which, is Mexico’s colonial jewel.
Susana Ochoa Vega, La Beauté du Vin.
There are no borders to toast, cheers to everyone!