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Desde los inicios de la viticultura en Uruguay, en el siglo XIX, las mujeres nos acercamos al vino desde algunas áreas del quehacer vitivinícola de la época.
Actualmente mujeres y hombres se ocupan a la par en la viña de las prácticas de cultivo, producción y cosecha, y en las bodegas de la elaboración, conservación, crianza y envasado.
En el país, las mujeres abrazamos todas las profesiones que se vinculan a la vid y el vino. Somos activas en la ciencia, tecnología, producción, comercialización, marketing, servicio y comunicación especializada de los vinos de Uruguay.
Esta es la realidad de la viticultura local desde fines del siglo XX y continúa este camino en esta primera mitad del siglo XXI.
Tempranamente tuvimos mujeres empresarias en este sector y hoy tenemos nuevas emprendedoras con proyectos de enoturismo. Un gran número de este grupo llega al rubro por herencia o vocación. Otras se suman desde otras profesiones o roles, desde el propio hogar o las instituciones de enseñanza que forman a los jóvenes para un encuentro inteligente o racional con el vino. Solemos decir que “ nos gusta que nuestros jóvenes tomen su primer vino en casa”, junto a sus padres y abuelos, y eso se da así en muchos hogares del país, gracias a que tenemos una fuerte tradición vitivinícola. Esto se visualiza, por ejemplo, a través del consumo unitario de vino, que es de 25 litros por habitante por año. Este es un consumo alto en el contexto mundial actual y se divide por partes iguales entre ambos sexos.
La cultura del vino se manifiesta de forma permanente, en actividades artísticas, en el paisaje y en el sentir nacional, en la identidad. Con frecuencia se organizan degustaciones y salones del vino asociados al arte visual, la música y la literatura.
Por excelencia, el vino forma parte de los alimentos que se comparten en la mesa. Para la gastronomía local es un apoyo y una compañía, y su vasto universo de armonías es fuente de inspiración para los chefs en sus creaciones.
Por lo tanto, los conceptos clásicos del vino —alimento, placer y cultura— en Uruguay se comparten como sucede en los países con tradición en la producción de vinos sin distinción de género.
Es bien cierto que todas coincidiremos en un lugar común que es el del consumo moderado del vino, disfrutándolo con todos los sentidos y enseñando a que los demás lo aprecien de la misma forma.
En este sentido, para celebrar la vida me gustaría nombrar a María Isabel Mijares, a quien mujeres y hombres del vino de América reconocemos como una referente internacional, que recibe el homenaje permanente de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Uruguay.
Por último, quisiera resaltar que Uruguay es un país de poco más de 3 millones de habitantes, con una superficie plantada de vid de unas 6000 ha y con 180 bodegas elaboradoras de vinos, que producen alrededor de 75 millones de litros por año. Del volumen total, 60 millones quedan en el mercado local y se exporta un 7%. A esto se suma que el 4 % del volumen de consumo se importa de todo el mundo.
Desde los inicios de la viticultura en Uruguay, en el siglo XIX, las mujeres nos acercamos al vino desde algunas áreas del quehacer vitivinícola de la época.
Actualmente mujeres y hombres se ocupan a la par en la viña de las prácticas de cultivo, producción y cosecha, y en las bodegas de la elaboración, conservación, crianza y envasado.
En el país, las mujeres abrazamos todas las profesiones que se vinculan a la vid y el vino. Somos activas en la ciencia, tecnología, producción, comercialización, marketing, servicio y comunicación especializada de los vinos de Uruguay.
Esta es la realidad de la viticultura local desde fines del siglo XX y continúa este camino en esta primera mitad del siglo XXI.
Wine and Women in Uruguay
Since the beginnings of viticulture in Uruguay, in the 19th century, women have approached wine from some areas of the viticultural work of the time.
Currently, women and men deal equally in the vineyard with cultivation, production and harvest practices, and in the wineries with the elaboration, conservation, aging and packaging.
In the country, women embrace all the professions that are linked to the vine and wine. We are active in science, technology, production, commercialization, marketing, service and specialized communication of Uruguayan wines.
This is the reality of local viticulture since the end of the 20th century and this path continues in the first half of the 21st century.
Early on we had women entrepreneurs in this sector and today we have new entrepreneurs with wine tourism projects. A large number of this group come to the business by inheritance or vocation. Others join from other professions or roles, from their own homes or educational institutions that train young people for an intelligent or rational encounter with wine. We usually say that “we like our young people to drink their first wine at home”, together with their parents and grandparents, and this is the case in many homes in the country, thanks to the fact that we have a strong winemaking tradition. This is displayed, for example, through the unit consumption of wine, which is 25 liters per inhabitant per year. This is a high consumption in the current global context and is divided equally between both sexes.
The culture of wine is manifested permanently, in artistic activities, in the landscape and in the national feeling, in identity. Wine tastings and salons associated with visual art, music and literature are frequently organized.
Par excellence, wine is part of the food shared at the table. For local gastronomy, it is a support and a company, and its vast universe of harmonies is a source of inspiration for chefs in their creations.
Therefore, the classic concepts of wine —food, pleasure, and culture— are shared in Uruguay as is the case in countries with a tradition of wine production regardless of gender.
We will all agree on a commonplace that is the moderate consumption of wine, enjoying it with all the senses and teaching others to appreciate it in the same way.
In this sense, to celebrate life, I would like to name María Isabel Mijares, whom women and men of wine in America recognize as an international reference, who receives permanent tribute from Argentina, Bolivia, Brazil, Chile and Uruguay.
Finally, I would like to highlight that Uruguay is a country of just over 3 million inhabitants, with an area planted with vines of about 6,000 hectares and with 180 wine-making wineries, which produce around 75 million litres per year. Of the total volume, 60 million remain in the local market and 7% is exported. Added to this is the fact that 4% of the volume of consumption is imported from all over the world.