
Gerardo Labarca
Soy un venezolano que emigró a Canadá en 1993, a la edad de veintiún años. Desde mi llegada a esta maravillosa provincia de Quebec, quedé fascinado con la lengua francesa y con su cultura tan especial así que, inmediatamente decidí estudiar este idioma en la Universidad de Quebec a Montreal (UQAM).
Al mismo tiempo que estudiaba el francés en la universidad y que me integraba a mi nuevo país de adopción, comencé a trabajar en una cocina como lavaplatos. No me quede ahí, pocos meses después a penas me desenvolvía en francés me convertí en camarero, algunos años más tarde me ofrecieron el puesto de gerente del comedor hasta llegar a la función de director de operaciones.
Varios años trabajando en esta industria me proporcionaron una gran experiencia. Perseveraba para que cada día mi manera de ofrecer un servicio fuera de excepción, lo que comenzó a llamar la atención de inversionistas.
Un día, se acercaron a mí y me ofrecieron una participación como accionista en un primer restaurante, este llegó a convertirse en unos de los 10 mejores de Canadá, evaluado en 2005 por la prestigiosa revista "enRoute" de Air Canada.
Gracias a este reconocimiento, comenzaron a llegar otras ofertas para la creación de otros conceptos, dirigiendo así otros establecimientos que obtuvieron una gran notoriedad. En 2012 decidí abrir un nuevo restaurante con el nombre de MEZCLA nuevo latino, cuisine du terroir. En este nuevo proyecto reuniría todo mi aprendizaje y evolución, combinando así mi origen hispano y mi nueva casa de adopción: Quebec.
Fue todo un éxito, convirtiéndose en una de las mejores destinaciones gastronómicas de la ciudad de Montreal, me sentía realizado, pero siempre tuve la impresión de que algo faltaba en mi vida.
Desde muy pequeño siempre me dediqué a la pintura, yo lo consideraba como un pasatiempo que me permitía despejarme. De esta forma, cuando yo tenía tiempo libre (que era muy poco) pintaba obras que servían para decorar los muros de mi casa. Esta era la mejor manera de drenar mi estrés, al pintar, yo sentía que alimentaba mi alma al mismo tiempo me sentía en comunicación directa con mi propio ser.
Al pasar los años, comenzó un cuestionamiento interno. Constantemente me preguntaba si esta profesión de restaurador que me había dado tantos méritos y en la cual trabajé con tanta pasión desde mis años de juventud, era lo que realmente quería hacer por el resto de mi vida.
Me cuestionaba si esto me permitiría algún día, realizar mi gran sueño que era llevar una vida tranquila en el campo, desconectado del ruido de la ciudad, rodeado por montañas, naturaleza y animales.
Cada día veía mi sueño más lejos. Los horarios y la implicación que debía tener en el seno de las operaciones me dejaban muy poco tiempo para mí. En los restaurantes que yo dirigía, siempre utilice al máximo mi lado creativo, incluyendo también la decoración del lugar. Para decorar los muros de los restaurantes siempre colaboraba con galerías de arte que me prestaban sus obras para así dar visualidad al artista en los muros de la sala del comedor. En una ocasión, unos de mis muros quedo vacío, ya que la galería debió recuperar sus obras fue así como por primera vez decidí colocar una obra realizada por mí y no prestar servicio de la galería.
No niego que, me sentía un poco tímido que mis clientes vieran este aspecto de mi persona y… ¡De igual manera tomé el riesgo, con la sorpresa de que muchos de los clientes quedaron encantados y hasta querían comprarla! Pero su más grande asombro, fue saber que el autor de esta obra era yo, el propietario del restaurante. Solamente mis íntimos amigos conocían esta parte de mi vida como artista plástico.
Desafortunadamente, mi restaurante al que le había dedicado tanto esfuerzo, tiempo y dinero se declaró en bancarrota. Este acontecimiento se llevó consigo todas mis energías de continuar en esta industria que sabemos que, es tan difícil mantenerla a flote.
Aunque mi buen nombre seguía en pie como restaurador, fui llamado para dirigir otros establecimientos lo que para mí era como comenzar de nuevo.
Sin embargo, llegó un momento en que tuve que renovarme y tomar una gran decisión. No quería renunciar a mi sueño. Yo quería envejecer haciendo una profesión que me permitiera trabajar desde casa e instalarme en el campo cerca de la naturaleza y del silencio.
Así que, motivado por la experiencia que tuve con la pintura que realicé para mi restaurante y por los tantos y buenos comentarios de ella, decidí implicarme a tiempo completo al arte.
Pinte algunas obras y las publique en plataformas de internet. Casi inmediatamente, había personas interesadas en comprarlas, fue así como comencé a ganar mi vida vendiendo mis creaciones.
Poco a poco mi nombre como artista plástico se posicionó entre los artistas de Quebec, participando en algunas pequeñas exposiciones colectivas, de esa manera la gente comenzó a conocerme.
Mi estilo.
Me gusta trabajar a partir de medios mixtos. La mayoría de mis obras representan figuras famosas. Siempre me ha fascinado el retrato. A menudo, yo mismo me reto a mejorar mi técnica para poder transmitir en mis pinturas, tantas emociones como sea posible.
Los ojos, la mirada es para mí el centro de cada una de mis obras. También me gusta mucho pintar las manos, los pies, el cuerpo humano y su sensualidad.
Hoy veo que, en todo lo que trabajé siempre utilicé si creatividad para así poder obtener mis propósitos. En todas las áreas en las que he trabajado, he sido una persona empírica, incluyendo el arte, ya que no poseo ningún estudio especializado. Siempre me he llevado por lo que el corazón me dicta y así he logrado cada una de mis metas.
Pero la meta más grande es la que estoy viviendo en mi presente. Finalmente, mi sueño se hizo realidad y ahora vivo en las montañas, rodeado de la naturaleza, acompañado del amor y viviendo de mi arte a 100%. Utilizando la notoriedad que me ha dado el ser artista para transmitir el más bello de los mensajes para quien lo quiera oír: "nunca, nunca darse por vencido".
Cuando ponemos toda la creatividad en cualquier aspecto de nuestra vida, podemos lograr lo que queramos porque, mientras vivamos, existirá una solución para todo.